miércoles, 11 de noviembre de 2009

SI la humanidad QUIERE

Mi amigo Daniel Martinez Fernández, (SCREAM) me escribió esto hoy en un email, respondiendo con gravedad analítica y estudiada al video que mi amiga Marina Molares le envió. Merece la pena sentarte y leer. Os invito.
Como siempre.
Después de ver el video.


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Como estoy de vacaciones, que me he tomado esta semana, contestaré breve:

Ojalá -es de origen árabe esta interjección, no?. Sí, lo acabo de mirar, quiere decir "Dios lo quiera"-... pues que Dios quiera que en occidente tenga también programas serios y críticos como el mundo musulmán. Bienvenidas sean las mujeres duras y serias a la tele, nuestras grandes sociólogas, antropólogas, psicólogas, filósofas, historiadoras... mujeres cultas, mujeres críticas, mujeres con carácter. Que no tengan -como esta mujer del reportaje- ni un pelo en la lengua, sólo coraje y valor, verdades duras que golpeen, que digan bien a las claras la cantidad de alineación, incultura, violencia, sexismo, racismo, intolerancia, estrés, depredación de la naturaleza e hipocresía que genera nuestra sociedad. Y no un día. Todos los días en lugar de "Corazón, Corazón", del fútbol, de concurso de turno, del folletín de la temporada, de la tertulia barata con los cuatro periodistas de siempre -¿Residen en ellos toda nuestra grandeza intelectual?, ¿Son ellos los más capaces para el análisis de un realidad difícil como la nuestra?, ¿Sólo poseemos Ciencias de la Información para proveernos de mentes reflexivas que sirvan para vislumbrar los objetivos -y los peligros- de nuestra sociedad? Creo que antiguamente existían cosas como Ciencias Políticas... ¿O la hemos cerrado ante la gran calidad de los políticos que producen como churros las escuelas empresariales, economía y derecho y que han monopolizado el ejercicio de la política?. Debe ser así, pues nuestra vida política no es más que: Producir, vender y legislar a conveniencia. Ni la felicidad, ni la libertad, ni la belleza, ni la virtud son campos de acción de la política de nuestros días-

Quiero mujeres brillantes, que nos digan a los hombres, que nos escupan a la cara, las verdades. Hasta ahora han gobernado la actitud masculina: el dinero, el fútbol, los coches, la belleza eterna, la opulencia. Quiero programas PARA LAS MASAS OCCIDENTALES con la misma seriedad de algunos programas árabes -hechos por mujeres y que son toda una revolución social, con unas cifras de audiencias de 200 y 300 millones- que abordan sus problemas sin tapujos -aunque con la inteligencia de los que conocen como traspasar fronteras sin que les puedan acusar de insultar al Islam- muchas veces rompiendo tabúes: La situación de la mujer, los problemas del fanatismo y el terrorismo, la homosexualidad, los derechos humanos, etc... Quiero ser tan avanzado como los musulmanes, quiero una tele que nos recuerde diariamente lo que tenemos que cambiar y que no sea complaciente con un estilo de vida... -muchos adjetivos, pero lo dejaré en uno suave pero que lo dice todo para mi- un estilo de vida feo, sin gusto, triste, desganado, aburrido... Quiero que la gente empiece a preguntarse si es necesario, si es hermoso, si le hace feliz y finalmente, si no habrá una manera de cambiar una manera de vivir como la nuestra. Quiero que piensen -y sientan- si existe una relación entre la forma de producción industrial de occidente y el deterioro progresivo de nuestro planeta. Por ejemplo.

El mayor peligro al que se enfrenta nuestro mundo es al inmovilismo, la insolidaridad, la ignorancia, la incultura, la pereza intelectual, el materialismo grosero y la falta de imaginación de las clases medias de las sociedades avanzadas. Ese hombre responsable, limpio, bien vestido, decente que coge el coche cada mañana antes de que luzca el Sol -como no haría un ser sensato-, que sufre un atasco antes de llegar justito y tenso -bordeando con la bronca matutina- a su centro de producción, que ha escuchado las novedades de la actualidad nacional por la radio, que discute de ellas con sus compañeros, que sale apurado a comer, que vuelve adormilado a la rutina, que espera con ansiedad el paso del tiempo -que su vida, que es el tiempo que vive, se consuma; eso desea el trabajador en sus muchas horas de trabajo: ir muriendo para salir cuento antes-, que sale más estresado aún por no perder un minuto de su escaso tiempo libre antes de irse a dormir, que vuelve a casa pensando ya en lo suyo: la hipoteca, el dinero, el placer que desea, sus mujer, sus hijos... Con suerte, con mucha suerte, tiene una vida familiar plena y feliz. Pero nuestro héroe -y son muchos aquellos que viven en familia atado por las circunstancias más que por el amor- grita y se enfada en su propia casa. No es capaz de de crear ni su pequeño oasis de paz. Ese hombre se relaja con el partido de cada día. No quiere pensar. No quiere saber. Olvidar. Prozac. Thanatos. Este pobre hombre, con una vida sosa y rutinaria, este hombre cordial en su trabajo y educado con sus vecinos... ES EL PUTO DIABLO!!!, jajajajaja, -que mal estoy yo-. Pero sí. Ese hombre o mujer, repetido millones de veces, con leves variaciones, está destrozando el planeta. Y quiero que al mendrugo de su cerebro, en vez de fútbol y crónicas marcianas, le den cosas molestas y malas de digerir. Todos los días. Cómo a los pervertidos, drogadictos, a los delincuentes y a los inadaptados, a los que regularmente nos han machacado con "no hagas eso" o "perderás" o "que pena de vida" o "vas por el camino equivocado". Pues lo mismo, pero ahora para los integrados, para los buenos padres de familia:  "vives como todos, como esa gran mayoría descreída que sólo piensa en tener más y más cosas para ser feliz" o "eres un cerdo inculto" o "no tienes conciencia, pobreza a tu lado y tu despilfarrando" o "eres un ser sin ética y sin estética" o "consumes demasiado" o "la publicidad y tu vida rutinaria te tienen comido el coco" o "tu vida es fea y está al servicio de una clase privilegiada que nos deshumaniza a todos"... etc.

El gran peligro de la humanidad es la clase media de la sociedad burguesa. Es la que más consume y deteriora a la tierra. Cubrir sus necesidades, las necesidades que en realidad impone el mercado, condiciona la vida de millones de trabajadores y esclavos en otras latitudes. Su trabajo privilegia y perpetua la de la casta dirigente, de la gran aristocracia económica y de todas las estructuras estatales que sirven para mantener en orden el sistema -ejercito, fuerzas del orden y ley-. Estos son los grandes beneficiados. ¿Han hecho más por nosotros que los médicos, los profesores, los científicos y quienes han aliviado nuestras penas con la música y el arte?. Lo dudo, pero políticos, generales y jueces son, entre los visibles, los grandes vencedores de nuestro estructura nacional. Por detrás de ellos -y a los que sirven-: grandes banqueros y empresarios. Perpetuar a esta gente en el poder, es perpetuar el horror. Cada día millones de personas trabajan en nuestras ciudades para que cada uno de nuestros políticos, desde el presidente y el rey, hasta el último de concejales, cobre sueldo y más. Nuestro trabajo construye ejércitos. De cuando en cuando, hacen la guerra. Trabajando por dinero -es decir, el regalito que nos dan por ser obedientes- fabricamos las guerras del futuro.

Imitemos a los musulmanes en sus virtudes y descubrimientos, que ellos hagan lo mismo, y que cada uno y cada pueblo aprenda por si mismo.

Las frases de esa mujer están pronunciadas en un contexto. Fuera de ese contexto no tienen el mismo valor. Esa mujer idealiza a occidente para descubrir las grandes miserias de su sociedad. Es bueno que lo haga, primero, para que nos puedan ver con más cariño, que no somos tan odiosos; segundo y más importante, para defender los derechos de la mujer y la libertad religiosa.

No voy a hablar del Islam. Hay buenos y grandes libros sobre filosofía e historia del Islam. No he leído ninguno. No conozco bien el Islam, como la gran mayoría. Pero todos hablamos. Hablamos sin conocimiento. Hablar por hablar. De todos modos, intuyo que la visión del Islam aportada por la señora socióloga dejaría sin explicación el fenómeno religioso del sufismo -mística árabe-, pero lo cierto es que existe.

"Ole y Ole tus cojones, Señora". El que escribió esto es un imbécil profundo. Primero, porque no saber que la Señora tiene ovarios, en lugar de los masculinos cojones de su entrepierna. Al parecer el imbécil no sabe que entre el tener valor y cojones no existe ninguna relación. Si el hombre es algo por cojones, ese algo no puede ser más que miedo a perderlos. El Macho: El Gran Cobarde.

El imbécil, que evidentemente no tiene ni un palmo de luces, apenas puede ver más allá de su mirada miope y se complace estúpidamente con su odio, disfrutando con la disputa interna del enemigo. Lo sano para ti, señor imbécil, es la autocrítica y deja que lo otros discutan de sus cosas en paz. Flaco favor a la humanidad has hecho, utilizar ese mensaje, originalmente concebido para liberar a una sociedad de sus ataduras ideológicas, para dirigirlo a un público que lo único que va a producir en el este mensaje es más odio y división.

El problema de la población mundial, nos atañe a todos. Si algo ha conseguido el capitalismo tardío es parar el crecimiento explosivo de la demografía en los últimos 150 años. No nos pongamos ahora a procrear como tontos por miedo a la conejera islámica. Sería la última estupidez que cometemos y ya son demasiadas.

Conclusión: El peligro no viene en patera. El peligro es el bobalicón de tu vecino, su vida rutinaria, sus vacaciones low-cost, su monovolumen con DVD y sus niños malcriados.

Besitos.

Solo para inadaptados.

1 comentario:

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