domingo, 6 de septiembre de 2009

Por cada rayo que cae

Hoy toca un video.

Radiador es un grupo de la escena de Torrijos,(Toledo). Formado por Rufino Carrillo (piano, guitarra y voz), Pablo Sáinz Lobo (guitarra), Alberto de Dios (batería) y Borja Martín-Andino (bajo, voz), es el resultado de varíos proyectos cuya finalidad era aunar recitación poética y música rock en directo.

Nos remontamos a 2004. Tres amigos, Mauro, Julio y Borja, se reúnen para compartir sus poemas. De ahí la propuesta deriva en un recital, Eros desciende, formado por Julio Pantoja, Borja Martín-Andino, Mauro Cano, Encarnación Palop (danza) y Víctor Herrero el Plasti acompañando con piano. El proyecto llegó más lejos y en 2005 editan el poemario
Dos cadáveres hermanos. ">comprar

Este libro se presentó en directo con el grupo transformado en Dance macabre, formado por Julio Pantoja, Jon Sande, Encarnación Palop, Pablo Sáinz y Borja Martín-Andino. Al cabo de un año, Julio y Jon dejan el grupo para realizar otros proyectos. Rufino Carrillo y Alberto de Dios entran en su lugar, y comienza entonces, este grupo llamado Radiador.

Os dejo el poema de Borja Martín-Andino

por cada rayo que cae,

ante vuestros ojos

corregimos
y editamos vuestros libros,
maquillamos a los actores de vuestras películas y series de televisión
las montamos
las sonorizamos
etalonamos su color
y recreamos sus decorados,
envasamos al vacío el fiambre con el que dais la merienda a vuestros hijos
los educamos sea cual sea su estado mental*
superdotados
o autistas
los entretenemos
los enseñamos inglés
y jugamos con ellos,
realizamos vuestros documentales,
creamos la publicidad por la que elegís vuestras mercancías
unas
y no otras,
protagonizamos vuestros anuncios,
planeamos los edificios en los que habitáis
somos quienes supervisan la seguridad de las obras de vuestras viviendas,
os vendemos el material eléctrico,
digitalizamos vuestros documentos,
diseñamos vuestras páginas web,
dibujamos vuestros cómics,
os servimos vuestras bebidas
y sufrimos en nuestra carne el paro cuando no nos concedéis un empleo
somos los hijos de la estirpe de Odiseo
vuestras putas
somos Nadie, señoras y señores,
los errantes, en fin,
somos los locos
que escriben y cantan canciones en su nave.
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* y es porque impusisteis la manía de la clasificación como revulsivo contra la no aceptación de ser vulgares.




Este video lo grabé en el Rufifest. Podéis ver en los siguientes enlaces los grupos que participaron.
Mr.Perfumme sitio
RRA! sitio
Remate sitio
Politruk sitio
Radiador sitio
La débil sitio
PAL sitio

miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL Diane 6. Un recuerdo de la Libertad

Mi infancia transcurrió en los años 80 en Madrid. Uno de los momentos de libertad que recuerdo tenía como escenario un coche en la carretera. Por aquel entonces hacía muchos viajes entre León, Madrid y Sevilla. Lo que guardo con más intensidad de aquella época eran los largos viajes en coche. En cuanto entraba en el asiento de atrás siempre repleto de cosas, preparaba con afán mi espacio. Las maletas cubrían los huecos donde por lógica ergonómica debían ir las piernas y el asiento corrido del Diane 6 amarillo no tenía ningún incómodo resalte. Lisito como una camita. ¡Se dormía tan bien! Un par de toallas o la gran cazadora de piel negra y estilo murciélago de mi madre se convertían en una confortable almohadita.

Recuerdo que las puertas traseras por dentro no estaban revestidas y tenía que levantar un poco mi invento para no chocar la cabeza con el tracatá del coche. La voz de mi madre en el asiento delantero apenas llegaba como un susurro a mis oídos. Las ventanas abiertas en verano o cerradas en invierno no variaban mucho esta circunstancia ya que eran de un cristal muy simple y no aislaban mucho el frío o el ruido. El Diane 6, con su runrún, me conducía al sueño. Sin aire acondicionado, con asientos de muelles, puertas de latón y un casete con dos altavoces era para mí el transporte de la aventura. Mi amiga Ana siempre se tenía que tomar Biodramina para viajar en coche porque se mareaba, sin embargo a mi el plan de un viaje por delante me ilusionaba con varios días de antelación.

El Diane no tenía bandeja de atrás y podía moverme a mi antojo hurgando entre las maletas. Cuando salíamos con los padres de excursión en varios coches, todos los niños queríamos subir en el coche amarillo de Norka. Y es que en este alucinante vehículo los amortiguadores no eran Monroe, y se podía representar en el auto de papa de los Payasos de la tele, con mucha fidelidad. En Madrid hay una gran cuesta, la de Pablo Iglesias, donde los cinco o seis niños que subíamos al coche le pedíamos a Norka que fuera más deprisa para pillar un resalto que había al acabar la cuesta y que nos daba un cosquilleo en el estómago alucinante. A carcajadas. Carmina y Feli iban el coche de atrás y se preguntaban si a mi madre le pasaba algo con el coche. A carcajadas de nuevo.

Había un juego al que Ester, Simón, Ana y yo hemos jugado mucho de pequeños en el coche. El asunto consistía en colocarnos de rodillas y de espaldas a los asientos delanteros para mirar al conductor que venía detrás. Soltar las manos y hacer equilibrio para no caerse en las curvas que aparecían por sorpresa. Perdía el que se desequilibraba primero o el que hacía trampa hincando las rodillas entre el respaldo y el asiento. Valían los discretos empujoncillos con el hombro.

¿Quién ve ahora un niño dado la vuelta y jugando con sus cositas? Ahora el chavalín con suerte tiene una pantalla de televisión en el cogote de su madre o de su padre para pasar el viaje calladito y sin moverse. Ya se sabe por seguridad.

martes, 1 de septiembre de 2009

El planazo de Madrid

(Escrito el día 14 de julio de 2009)

Hace casi dos semanas que contamos con un nuevo compañero de piso. Éramos cuatro en la casa y ahora somos cinco. Se llama taladro y es insoportable, me acompaña en la cabeza por mi casa, se tumba conmigo en el sofá, pone melodía a mi trabajo y a mi lectura.
Vivo en la calle Andrés Mellado, cerca de la antigua salida de metro de Guzmán el Bueno, en Madrid. Y digo antigua porque hace ya dos semanas cerraron sin previo aviso esa boca de Metro. Estamos tan acostumbrados a esta manera de llevar las obras que no nos paramos a pensar lo injusto que es. No hay información, pero eso se lo contaré más adelante. Por supuesto se cepillaron el pequeño banco que estaba al lado de esta boca de metro, y como en tantas otras ocasiones, supongo que no lo volverán a poner.

Nadie nos pide que cerremos la boca ante las diferencias con los organismos públicos o privados con los que los ciudadanos convivimos, pero la verdad es que no hay cultura de protesta y de involucración. El engranaje está diseñado de tal manera que nos aburre soberanamente el proceso de denuncia que implica.

Estoy en paro, y hasta aquí toda la información sobre mi persona, en este artículo. Estar parada en esta época supone la toma de decisiones como no moverse de casa por varias razones; la primera es que en una gran ciudad, poner el pie en la calle es gastar un euro casi por decir buenos días. Si, si, piensen en el primer gasto que hacen cuando salen del portal de su casa. Y ahora piensen en aquellos que no pueden permitirse ese cargo en el monedero todos los días. Pues bien añadamos a esta precaria situación las altas temperaturas a las que se llega en la ciudad de Madrid desde el principio de verano. Los afortunados ponen en sus casas, negocios y transportes aire acondicionado, ¿dónde creen que va todo el calor que sus terribles aparatos desechan? Pues ¡a la puta calle! Pobre calle, casi siempre que se menta este sustantivo con efusividad viene precedido de esta exclamación. ¡La p-u-t-a calle!

En las calles de Madrid respirar es un acto de riesgo. Algo que no contemplan los programas de prevención porque no son riesgos laborales. Si a la subida de temperatura que ya he mencionado, le añadimos unas grandes cantidades de polvo de obra y un tanto por ciento desmesurado de CO2, ¡voilà! Tenemos un exquisito manjar para nuestros pulmones. Luego dirán que fumar mata. No lo olviden.