miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL Diane 6. Un recuerdo de la Libertad

Mi infancia transcurrió en los años 80 en Madrid. Uno de los momentos de libertad que recuerdo tenía como escenario un coche en la carretera. Por aquel entonces hacía muchos viajes entre León, Madrid y Sevilla. Lo que guardo con más intensidad de aquella época eran los largos viajes en coche. En cuanto entraba en el asiento de atrás siempre repleto de cosas, preparaba con afán mi espacio. Las maletas cubrían los huecos donde por lógica ergonómica debían ir las piernas y el asiento corrido del Diane 6 amarillo no tenía ningún incómodo resalte. Lisito como una camita. ¡Se dormía tan bien! Un par de toallas o la gran cazadora de piel negra y estilo murciélago de mi madre se convertían en una confortable almohadita.

Recuerdo que las puertas traseras por dentro no estaban revestidas y tenía que levantar un poco mi invento para no chocar la cabeza con el tracatá del coche. La voz de mi madre en el asiento delantero apenas llegaba como un susurro a mis oídos. Las ventanas abiertas en verano o cerradas en invierno no variaban mucho esta circunstancia ya que eran de un cristal muy simple y no aislaban mucho el frío o el ruido. El Diane 6, con su runrún, me conducía al sueño. Sin aire acondicionado, con asientos de muelles, puertas de latón y un casete con dos altavoces era para mí el transporte de la aventura. Mi amiga Ana siempre se tenía que tomar Biodramina para viajar en coche porque se mareaba, sin embargo a mi el plan de un viaje por delante me ilusionaba con varios días de antelación.

El Diane no tenía bandeja de atrás y podía moverme a mi antojo hurgando entre las maletas. Cuando salíamos con los padres de excursión en varios coches, todos los niños queríamos subir en el coche amarillo de Norka. Y es que en este alucinante vehículo los amortiguadores no eran Monroe, y se podía representar en el auto de papa de los Payasos de la tele, con mucha fidelidad. En Madrid hay una gran cuesta, la de Pablo Iglesias, donde los cinco o seis niños que subíamos al coche le pedíamos a Norka que fuera más deprisa para pillar un resalto que había al acabar la cuesta y que nos daba un cosquilleo en el estómago alucinante. A carcajadas. Carmina y Feli iban el coche de atrás y se preguntaban si a mi madre le pasaba algo con el coche. A carcajadas de nuevo.

Había un juego al que Ester, Simón, Ana y yo hemos jugado mucho de pequeños en el coche. El asunto consistía en colocarnos de rodillas y de espaldas a los asientos delanteros para mirar al conductor que venía detrás. Soltar las manos y hacer equilibrio para no caerse en las curvas que aparecían por sorpresa. Perdía el que se desequilibraba primero o el que hacía trampa hincando las rodillas entre el respaldo y el asiento. Valían los discretos empujoncillos con el hombro.

¿Quién ve ahora un niño dado la vuelta y jugando con sus cositas? Ahora el chavalín con suerte tiene una pantalla de televisión en el cogote de su madre o de su padre para pasar el viaje calladito y sin moverse. Ya se sabe por seguridad.

2 comentarios:

  1. Con los años,los kilos y el paso del tiempo perdemos demasiados oportunidades de hacer cosas que nos hacian felices...a veces es simplemente el paso del tiempo que crea recuerdos ilusorios de falsa felicidad pero en otros casos realmente hemos perdiddo con el paso del tiempo la capacidad de disfrutar.
    Si hay algo que realmente añoro de cuando era un niño es poder perderme y poder dormir.
    Me gustaba esconderme por la casa de mis abuelos y que me buscaran...oir los gritos angustiados de mi abuela buscandome mientras yo aguantaba la respiración dentro de los armarios o debajo de la escalera...y sobre todo me gustaba cuando me encontraba y me llenaba de besos.
    Sobre dormir, ya no se ni lo que significa...ahora entre pesadillas intento que las pocas horas que duermo (sin descansar) se pasen lo más pronto posible y que amanezca rápido para poder salir de la cama...cuando antes no había nada como dormir hasta tarde, ahora tengo miedo a cerrar los ojos, porque cuando lo hago mi vida entera pasa ante ellos desdibujada y grotesca.
    Cuando dejas de poder dormir, dejas de ser niño, es el día que la felicidad deja paso a las preocupaciones. Ser adulto es ser insomne.

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  2. Gracias. HENRY. Gracias. Ganas de verte. Un beso enorme.Azahara

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